viernes, 11 de julio de 2008


Ya, ya… lo siento. Estuve varios años intentando dormir en aquel trocito de mar que me regalaste. Aquella caracola, que ahora que comienzo a recordar, me parece que fue de la que empecé a hablar y escribir de una noche sin sentido en Barna. Una caracola que nos permitiera soñar… con un Verano infinito.

Siempre antes de dormir, me lo acercaba al oido…

Y escuchaba las olas, y sentía el levante azotando mi piel, me acostumbré de nuevo al sol trepando por mi piel hasta mi frente. Incluso llegaba a oir a mi madre llamándome desde la orilla.

Pero lo que tu me prometiste, nunca llegaba a recomponerlo en el recuerdo. Jamás apareciste andando descalza por la orilla hasta a mi, con los zapatos en la mano, y bajando la mirada hasta tus pies, observando como la sal se confundía entre tus dedos.

Y estuve donde dijimos al principio, en una playa inhóspita rodeada de lienzos blancos para poder plasmar en ellos lo que se nos ocurra…

Pero no vienes… Nunca has venido... y ni siquiera tengo la plenitud de preguntarme la razón... ni de si staras ahora mismo en sus brazos, besando recuerdos en forma aparente de amor,
solo se que no has cumplido tu promesa

Y no me canso de escuchar el mar, después de navegar por tierra de mil ciudades, donde el crujir de las aceras, es lo más parecido al de las barcas cuando sube la marea… Gracias por hacerme el mejor regalo de mi vida… pero lo siento… no me sirve de nada si no apareces tu en el, caminando descalza, por las aceras de Madrid.

1 comentario:

Miks dijo...

Hermosas palabras las que he leido...

Me pareció algo que tenía que decir...

Saludos.