sábado, 7 de mayo de 2011

Outlaw.

Pudríamos transgredir la vida. Quebrantarnos a besos. Partirnos de risa. Mear en el cielo. Violar nuestros límites. Proscribirnos del miedo. Robarnos el sueño. Asaltar las noches de Madrid o Londres. Enredarnos por el camino. Descruzarnos las piernas y el destino. Equivocarnos los rumbos. Desmarcarnos del mundo. Desterrar las musas de mi almohada. Cenarnos en la cama. Vivirnos al margen, al filo de tus uñas de navaja, con las que arañes decretos, y marques de surcos mi espalda. Podría incumplir, vulnerar, infringir, acercarte a errores de maravilla, y alejarte las leyes de caminar juntos de la mano con alianzas desprometidas. Acogernos de por siempre, de nuestra constitución al artículo trece. Pero eternamente puedes largarte, eludirte, evadirte, en estrellas fugarte o fugases, huir de este sujeto. Políticamente incorrecto, un crápula. Visceral y trasnochador. Aprendiz. Y un falso bardo.

No me llames poeta.

Porque yo no escribo versos, ni tan siquiera junto rimas, que las palabras que yo sangro, son solo pura y puta vida.